miércoles, 20 de julio de 2016

Tragedias portátiles - In memorian

Relato a partir del cuento:
IN MEMORIAN
De: Iván Egüez


Egüez  presenta a su personaje Alberto, un esposo que sabe que su mujer morirá o que ya no estará con él físicamente. De Violeta, su esposa, se dice poco. Incluso se podría saber más de su amante Lucy, que es una especie de reemplazo físico de Violeta, porque en el fondo ésta última es más importante en el cuento. El texto a continuación intenta pintar a la esposa, una minúscula aproximación a la mujer que se irá.
***
Me enteré que mi enfermedad es terminal y sombría hace dos meses. Solo me queda un mes, los doctores aseguran que incluso puede ser menos. Son los tres meses más importantes que he tenido en mucho tiempo. Otros meses importantes fueron aquellos en los cuales Alberto y yo nos enamoramos. Él me dijo que no imaginaba otra madre para sus hijas o hijos, yo estaba encantada con la idea de tener hijos e hijas juntos. Era como si en ellas lo cuidara a él, como si en ellas fuese a crecer el amor que nos sentíamos. Y fue así, nuestras hijas son hermosas, son él y yo juntos. Ojalá tuvieses más edad para lo que se les viene.
Acabo de decirle a Alberto que creo que es mejor que las niñas estén preparadas para cuando llegue el momento. Él ha intentado tomarlo con calma. Él conocía de las probabilidades de lo que pasaría, pero no le había dicho nada hasta hoy.
El reloj sobre la pared marca las diez con cuarenta y cinco minutos. Un hombre como Alberto, generalmente, ve alguna serie de televisión inglesa a esa hora. Ese día, el aparato estaba encendido en su cuarto, pero nadie prestaba atención a los sonidos o imágenes que se emitían. Alberto está sentado en un mueble que él y su esposa, Violeta, adquirieron cuando nació su primera hija. Siente como si el olor de la madera le transmitiera el olor a mujer embarazada, la piel de su mujer con la barriga hinchada rozando su mejilla, tal como lo hacía en los días de aquel amor que se manifestaba al inicio de su matrimonio. Sus pies le cosquillaban y él piensa en la orilla del mar, lugar donde pasaron vacaciones con Violeta cuando la ternura palpitaba a flor de piel, cuando no había cama que no se moviese por culpa de la consumación de su amor, de su deseo, también hicieron mover muebles, paredes, pisos, mesas, montañas, nevados, nubes, la luna, planetas. Ellos se sentían satélites en movimiento cuando se amaban. Alberto sientía calor en las palmas de sus manos y su mente se llenaba de todas las tazas de café que se tomaron con Violeta en las tardes frías de su ciudad. Cada café incluía una conversación sobre un libro, sobre los gustos por los hombres y mujeres de sus amigos, sobre los viajes que harían juntos. Ahora él solo puede viajar con su mente. Su espalda le pesa y en su memoria está Lucy.
No le dije que sé de su relación con Lucy. No importa, él tendrá que buscarse otra como yo para poder sostener y cuidar a nuestras hijas. Tampoco le dije que hablé con Lucy hoy en la mañana. Cuando la vi sentí fluía una lástima indescriptible, ella no se daba cuenta que su cuerpo, sus ideas, sus pensamientos tan básicos la han condenado a ser una distracción permanente de cualquier hombre. Si al menos detrás de su hermoso rostro y buen cuerpo tuviese ideas con algunos kilos de sentido por la existencia de vivir, pero no, su vida es una pluma, un estar en el mundo sin el peso necesario para saber por qué está viva. Piensa que lo mejor que puede hacer es hacer que un hombre se ocupase de ella, o en el mejor de los casos, preocuparse  de ese hombre, o dos hombres. Gusta ser objeto de deseo. La he juzgado, quizá mi prejuicio de saber que es la secretaria con la que se divierte mi marido me ha hecho verla tan simple; pero, nos hemos visto antes, busqué si ha hecho algo con su vida. El resultado fue: nada. Podría ser una femme fatale si entendiera lo que eso significa, pero no tiene la estatura mental para eso.
Sin embargo, no puedo juzgarla de verdad, yo me he vuelto muy sensible desde que supe que todo acabaría para mí. Desde hace dos meses solo tengo en mi cabeza la frase “Sal de la cama y mueve tus piernas”, de una de las bandas que escucha mi hija mayor, creo que se llaman Da Pawn. No he querido decir la noticia a nadie más que a Alberto, y él ha tenido suerte de ser el padre de mis hijas, de otro modo tampoco lo sabría.
Es verdad que ahora no puedo tolerar por mucho tiempo a Alberto; pero, vienen a mi memoria los tiempos amorosos; Las sábanas rodeando nuestros cuerpos, nosotros desgastando su tela, sus dedos sobre los míos, caminar por la avenida tomados de la mano. El mes que me queda no puedo volver hacer todo eso de nuevo, pero es como si sintiera sus manos con mayor intensidad. Me gustaba caminar con él. En serio, lo disfrutaba, fruto de ese disfrute son nuestras hijas, pero ahora que sé que me ha reemplazado por una mujer simple, él me estorba. En realidad tengo que tolerar sus recuerdos, los soporto porque es casi de lo único que hablamos estos días que me reúno con mis ex-compañeras de la universidad. Yo tolero los recuerdos de Alberto, ellas toleran los recuerdos de Eduardo, Francisco y de Enrique. Antes no nos reuníamos con tanta frecuencia, pero hablábamos mucho del futuro, de metas, de cómo alcanzarlas, o con quién. Ahora ellas hablan de eso, disfruto mucho de su compañía y las tolero también.
Javier Chiliquinga

lunes, 4 de julio de 2016


LA MANZANA DAÑADA

 “…Cuando hay una manzana dañada en medio de las buenas, hay que echarla para que las otras no se contaminen”
Alejandro Carrión.


 
Los refranes populares tienen una connotación y trascendencia singular porque sintonizan aquella omnisciencia, aquel saberlo todo y conocerlo todo, que se profundiza en el inconsciente colectivo con innumerables adagios  difundidos a través de los tiempos, divulgados de generación en generación, que se transmiten y dejan una huella profunda en los saberes de la gente sencilla, marginada, que aunque no sepa leer y escribir, tiene ideas diáfanas, acumuladas y heredadas alrededor del significado del habla habitual del pueblo.

“Una manzana dañada, pudre al resto” se escucha comúnmente, sobre todo, en medios escolares. ¿Será que en el inconsciente colectivo subyace aquel realismo fantástico que retrata a un gusano que corroe a las frutas sanas? ¿Será que el entorno está rodeado de manzanas dañadas?

Probablemente, el niño que sentía en el fondo de su conciencia el sentimiento de culpa por haber recibido la Santa Comunión  después de haber comido uno que otro grano de tostado dulce, permite reflexionar, desde el punto de vista sociológico que siempre los más inocentes caminan por el mundo con una carga emocional que impulsa a la humanidad, que cual  “Don Quijote de la Mancha”, se dirige hacia aquel  andar por el mundo enderezando entuertos y desfaciendo agravios”.

El niño, arrodillado al pie de los altares, aunque le duelan las rodillas,  sobre las duras tablas, permanece aterrado, con un sentimiento de profunda culpa que lo enferma, porque piensa que no existe la redención sin antes confesarse, inspira infinita ternura porque recoge la candidez de la infancia, la época más feliz para soñar, para volar en alas de la imaginación, por la celestial morada de los ángeles.

La narración es el retrato de las manifestaciones socio culturales de una época que retrata un entorno que quizá se manifestó hasta la década de los años cincuenta, cuando la realidad estaba matizada de fantasía; pero, en la que subyace un ancestral sentimiento de culpa. Por otro lado, “La manzana dañada”, rememora una etapa que se vivió intensamente en un país católico por excelencia, rodeado de tradiciones y elementos culturales que se pierden en la memoria, entre la neblina que se filtra en el túnel del tiempo, donde, en medio de la obscuridad,  se difuminan las manifestaciones que subyacen bajo las creencias religiosas, no solamente de la fronteriza y castellana Loja, sino de la tierra andina con todo el ancestro heredado, que se convierte en riqueza lingüística y costumbrista de la serranía ecuatoriana, en la supervive la identidad y tradiciones propias y auténticas que se pierden poco a poco, por el desentrañamiento  que rodea  y aleja de la identidad cultural; de aquella cosmovisión del pasado histórico, que cada pueblo jamás debe dejar en las páginas del olvido.

Ena Ruth Espín López.

sábado, 28 de mayo de 2016

La influencia de la educación en los jóvenes: El cocodrilo que nos sigue persiguiendo



“A partir de “Los Cocodrilos”, la aventura se afirma, las páginas se vuelven con rapidez, crecen lástima y rabia junto a los símbolos infantiles(...) se mantiene al filo del abismo resbaloso de las confidencias, de los terribles secretos que almacenan neurosis,(...)”
Alfredo Pareja Diez-Canseco 1948

En la actualidad hay un cocodrilo que nos persigue y que de ningún modo tiene nada que ver con los presuntos involucrados que Carrión expone en su texto “Los cocodrilos”, éstos se ejercen desde la transmisión de saberes instrumentalistas que minimizan de sobremanera el papel que tiene la educación en la influencia de las personas, por lo tanto; es de vital importancia consolidar un eje que potencialice el hecho Re – significativo del sistema educativo en su totalidad, dispuesta tanto, para el mundo de la vida (prácticas sociales), así como para el de las cosas (ideología).
Si Noam Chomsky, el pensador estadounidense, creador de la gramática generativa y transformacional hubiese tenido que analizar el método de enseñanza de los Hermanos Cristianos qué pensaría, considerando que dentro de esta teoría educativa, es el niño, el joven quien va descubriendo y haciéndose uso del lenguaje para conseguir los objetivos educativos requeridos, es decir que: todos los seres humanos adquieren de forma natural una lengua cualquiera porque disponen de una gramática universal (Cervantes, 2016)
Parece un tanto descabellado realizar esta comparación pero intentaré hacerla de todas maneras desde una perspectiva un tanto romántica (entendiéndose el término desde una óptica “literal”) de lo que ocurre en el tercer cuento de Carrión llamado “Los cocodrilos” donde el autor hace una comparación tangencial de los hermanitos con estos reptiles que acechan, persiguen y atacan de una manera letal, y que según algunos estudios, no deja rastro de su fechoría, lo cual es muy similar a lo que ocurre al final de la obra, cuando luego de haber maltrado físicamente a los estudiantes, ellos les prometen represalias si cuentan algo a sus padres, haciéndoles escribir las famosas planas con un enfoque prohibicionista, general dentro del lenguaje (YO – TU – El – NOSOTROS – VOSOTROS – ELLOS) que generará ese temor tan anhelado en esos tiempos de educación y no solamente por este grupo de misioneros de la educación, sino por todos aquellos que fueron parte de lo que Michel Foucault denominaría el panóptico, que era una forma de entender la manera de cuidar a los reclusos en las prisiones de aquellas épocas , claro que con el delicado toque francés, justamente, que en aquellos tiempos, luego del famoso Mayo del 68 dejó inspiración para pretender un cambio social que empezase a definir una nueva manera de comprender el mundo que nos rodea, diferenciando y sobre todo dejando constancia que nuevos modelos eran necesarios y que es obligación de todos y cada uno de nosotros como docentes, en la actualidad, irlos manejando de una manera que RE signifique el verdadero valor de un educando 
A partir de esta corta reflexión me gustaría dejar aclarado el tema de Chomsky sobre qué pensaría si hubiese tenido que analizar la educación de ese momento y pues, resulta evidente que no hubiese sido escuchado, pues la influencia de la educación, a través de las hegemonías del poder, han formado entes susceptibles a cualquier forma diferente de pensar el mundo de la vida y el mundo de las cosas, posiblemente no hubiese logrado consolidar una teoría como tal, y; si bien es cierto; que la frasesita muy utilizada en aquellas épocas: “la letra con sangre entra” ha mutado de una manera muy extraña en la cual: papelería, burocracia y poder hacen sangrar gota a gota los procesos educativos cambiando de actor esa persecución reptilesca que Carrión señala en su obra por uno que se puede escudriñar de una manera más violenta y sistemática por entre las más pequeñas hendiduras, irrumpiendo en lo que una verdadera propuesta educativa debería apoyar, es decir en una educación realmente incluyente y enfocada en la realidad de los jóvenes dentro de un contexto, que deje de lado aquellos problemas que no se han logrado resolver históricamente y proyectándonos a un futuro, en el cual aquel contacto que existe entre maestros y estudiantes permita solventar los procesos democráticos muy necesarios en las sociedades actuales, por ejemplo; o dentro del mundo de la vida, les enseñe a reflexionar sobre los elementos concretos o prácticos para aprender a remediar conflictos y no seguir perpetuando aquella cola insana que nos seguirá persiguiendo para siempre, sino aprehendemos a vernos como seres integrales que construimos y vivimos a través de discursos concretos que deben ser más sostenibles desde el marco imprescindible de la “realidad”.

David Aguilar

El pequeño instrumento de la muerte

Muerte y Voluntad

Análisis de la obra de Alejandro Carrión: El pequeño instrumento de la muerte



Voy a dividir en dos partes el análisis de esta obra de Carrión. El motivo es que su texto obliga a realizar dos tipos de lecturas. La primera relacionada a las marcas de la educación en las actividades de un joven educando; la segunda estrictamente sobre el pretexto narrativo que emplea Carrión para abordar el tema de la muerte. Seguiré ese orden para la exposición, pero antes resumiré el relato.

Resumen

Segundo Rivera es un joven estudiante en la Escuela de los Hermanos Cristianos. Le gusta cazar animales. Su inclinación lo lleva a embalsamar los animales que caza para conservarlos como trofeos. Uno de los Hermanos de las Escuelas Cristianas decide formar un museo de animales embalsamados para la Escuela. Segundo contribuye con abundantes animales embalsamados para la institución en la que estudia. Un día le surge un extraño deseo de dar muerte, no a un animal, sino a un ser humano. Ese día no hace nada, solo pasa como una sensación. A la mañana siguiente el mismo deseo se hace acción y se concreta con la muerte de una mujer que lava ropa a orillas de un río.

Sobre la educación

La “retención y adquisición de hábitos, son marcas de un aprendizaje exitoso”, Zygmunt Bauman.

En el texto se puede encontrar un paso de lo agradable a lo bueno. El personaje de Carrión, Segundo Rivera, es un joven que tiene un gusto por la caza. No solo es dar muerte por diversión adolescente, sino que es un apasionado por todo el proceso, el acecho, la persecución de la víctima animal, por el cuidado de producir la herida en un parte especifica del cuerpo para conservar la forma del animal. Porque después de la muerte viene la conservación del cuerpo para embalsamarlo y conservarlo como un trofeo personal. Hasta aquí Segundo tiene, por decir así, una distracción en su vida juvenil, un deleite para su psiquis, para la conformación de su personalidad. No pasa de ser un gusto sin rumbo, un apasionamiento sin metas, una distracción sin horizonte. Pero, una actividad debe poseer un propósito para que sea considerada útil. La utilidad le entrega un valor de productividad a la acción humana. Pasa a ser considerado algo bueno, ya no solo agradable.

Ese valor es otorgado por la inspiración del Hermano Ireneo, personaje del relato de Carrión, como un fin educativo.

La inclinación a la cacería pasa a tener una meta con la ayuda de un objetivo educativo. Por tanto, deja de ser inclinación y pasa a ser una actividad apreciada. La cacería tiene un estatus de <<bueno>> en tanto sirve para la formación de un museo para la Escuela. Cada animal que se suma a la colección es un valor agregado para la institución y para el educando. Gracias al avance del museo el maestro indica “tengo mucho gusto en darle la medalla al mérito y cien notas”. (Carrión, 1939, pág. 109) Así la institución premia el esfuerzo que va dirigido por objetivos y metas. Con su hábito aprendido en torno a la cacería y embalsamado de animales, logró algo superior a su pequeña <<inclinación>>, alcanzó algo <<bueno>> para él y para la Escuela.

Sobre la metafísica de la muerte

El título que Carrión emplea para su texto no es arbitrario, cada palabra está medida y colocada de manera precisa. Expliquémoslo con sus propias palabras.
“Pequeño instrumento de la muerte”

Pequeño: se refiere a la figura casi infantil de Segundo Rivera, a quien se lo presenta al inicio del texto con una edad de 12 años, no se indica que cumpla un año más durante todo el relato, por ello se puede concluir que mantiene esa edad cuando ocurre la muerte de la mujer lavandera. Si bien Segundo ya está en la secundaria, no pasa de ser un <<pequeño>>, bajo los cuidados familiares y escolares de un chico de su edad.

Instrumento: el diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como “cosa o persona de que alguien se sirve para hacer algo o conseguir un fin”. (RAE, 2016) En el caso de este relato quien se sirve del <<pequeño>> Segundo es la <<muerte>>. El fin es acabar con la vida de un ser humano, y para ello el chico de doce años no es sino solo un instrumento de la muerte.

Muerte: entendida como el fin de la vida. Con lo terrible de caer en cuenta que todos tenemos el mismo fin; y, esa conciencia es la causa de la condición humana.

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Puse como subtítulo a esta segunda parte del análisis, “sobre la metafísica de la muerte” por un doble sentido del texto. Primero, por la referencia al más allá que la muerte por sí sola evoca. Segundo, por la caracterización que Carrión hace de la muerte como un ente con voluntad. Este último es el sentido que interesa aquí.

Se puede encontrar una lucha entre la muerte y su pequeño instrumento (Segundo Rivera). La primera tiene, según el relato de Carrión, una voluntad de matar. No es un acontecimiento accidental, sino un acto de voluntad que como no puede hacerlo el mismo ente llamado muerte, debe ocupar un instrumento humano para lograrlo. La figura del niño Segundo es bastante sugerente porque él es otra voluntad independiente. De hecho, el relato indica que <la muerte> intentó dominarlo y utilizarlo antes, pero él no lo permitió. ¿A qué se debe que en el caso de la lavandera la muerte si lo haya dominado y utilizado? No hay ningún indicio del <destino>, como pretexto literario en Carrión. Lo único que se sugiere es una similitud entre un par de venados, una madre y su cría, y la lavandera con su hijo a la orilla del río. Ambas parejas se presentan como presas para un cazador.

¿La muerte de la lavandera convierte a Segundo en un asesino? La respuesta es sí. De lo que se trata es de cómo nuestro protagonista busca una salida psicológica a la muerte que lleva sobre sus hombros. La metafísica de la muerte que se halla en el texto, es el subterfugio psíquico que tiene Segundo para descargar la culpa. ¿Los asesinos juveniles pasarán por ese proceso? El personaje de Carrión sí, eso lo hace terrible. Si Segundo asumiera su culpa por la muerte de la lavandera se delataría a alguien, sin embargo, su reacción es de redención. Se descarga de la culpa al trasladar su voluntad de manera metafísica hacia el espectro de la muerte. ¿Su educación le induciría a ello? El punto es que Segundo logra liberar su culpa, se redime, deja su estado metafísico donde su voluntad es contralada por la muerte y regresa a su estado físico, biológico-humano, donde parece que nada ha pasado. El personaje al final está vacío, solo poseía algún interés mientras fue ese instrumento de la muerte. Por tal motivo el cuento termina así:

“Segundo no volvió a ir de cacería. Se tornó piadoso y dulce, gustaba de permanecer largas horas al lado de su madre, oyéndola tocar el piano y cantar sus tiernas cancioncillas vulgares”. (Carrión, 1939, pág. 121)

Javier Chiliquinga

martes, 24 de mayo de 2016

Cabeza de Gallo



Cesar Dávila Andrade en el cuento “Cabeza de Gallo” desea destacar como  festejan una fiesta religiosa en un pequeño pueblo, resaltando el juego que preparan ansiosos para comenzar aquella fiesta, la misma que se trata de enterrar a un gallo para que una persona vendada los ojos con un palo le pegue en la cabeza de gallo  hasta matarlo.
Un grupo de personas al momento  que un individuo cavaba el hoyo y enterró al gallo dejando únicamente la cabeza fuera, estas personas sintieron satisfacción y empezaron a reír, mientras el pobre gallo se sentía ahogado y desesperado.
En este cuento Cesar Dávila Andrade desea plasmar una fiesta de carácter religioso, no puede existir el bien sin el mal, entonces podemos decir que estas personas que celebran la fiesta en su pequeño pueblo existía un poco de mal, por el simple hecho de enterrar a un gallo para sentir la satisfacción de matarlo, ya están sintiendo el mal. Cuando vendan al individuo y empiezan a jugar. Por cosas de la vida un pequeño muchacho grita que se quema la iglesia y todas se quedaron paralizadas, todos corrieron a la plaza.
El muchacho se acercó hasta donde estaba el gallo enterrado y los dos estaban alegres porque la gente se había ido es ahí donde existe el bien. El gallo le miro desesperadamente con sus ojos vidriosos y el muchacho procedió a liberarlo, después de esto el muchacho bajo a la iglesia sintió que la fiesta se había inmovilizado, de todas partes acudían curiosos, pero sus rostros tenían un vago aspecto de espanto. Todas la puertas de la iglesia estaban abiertas y temblaban las personas que se encontraban ahí estaban muy nerviosas sin poder hacer nada, no tenían una gota de agua , en esta parte es donde Cesar Dávila Andrade quiso que el lector sienta la desesperación de esta gente por no poder ayudar en nada, solo podían ver como las llamas empezaron a morder el altar donde se encontraba el patrón de la fiesta, de repente la gente se puso de rodillas pidiendo un milagro pero este no ocurrió, es ahí cuando Cesar Dávila Andrade quiere también mostrar al lector que los milagros a veces no pueden existir.
Todo se había quemado el muchacho fue uno de los primeros en entrar a la iglesia donde todo estaba destrozado, pero de pronto vieron al cuerpo del crucificado que apenas había sido tocado por el fuego, su rostro estaba manchado de ceniza, maltratado y sangrante en este instante el muchacho vio sus ojos vidriosos inertes y anhelante en esta parte Cesar Dávila Andrade nos refleja el realismo.

Haidy Nájera

UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIÉS

Resumen del texto


“Un hombre muerto a puntapiés” trata sobre la historia de un ser patético. Emprende con un fragmento del Diario de la Tarde que narra como el celador de policía número 451 encontró a un hombre de apellido Ramírez estaba muy golpeado, la intersección de las calles Escobedo y García es el sitio, ese hombre posteriormente moriría donde el comisario no obtiene muchas pistas sobre la investigación.
Así que opta por utilizar al método de la inducción para intentar resolver el misterio. Lee una y otra vez el texto, el Diario tiene fecha 13 de enero. En él decía, además, que el sujeto era vicioso.
Acude a la comisaría mencionada en el artículo. Allí le hace algunas preguntas al Comisario.
El comisario le entrega unas fotografías y el las revisa y comienza a inducir. Determina que el nombre del sujeto es Octavio, Octavio Ramírez. Revisa sus facciones, tenía 42 años. No tenía dinero. Andaba muy mal vestido. Era extranjero.
Mientras induce sobre todo el asesinato reconstruye el crimen. Octavio Ramírez, extranjero, 42 años, no tenía mucho dinero. Tiene desviaciones desde muy chico, la noche del 12 de enero, después de haber cenado, empezó a tener deseos. Caminó por dos horas mirando a todos los hombres, esperaba una oportunidad para satisfacerse. No la encontró y se desesperó. Cuando arribó a la calle Escobedo escuchó pasos, era un hombre. Ramírez lo tocó. El sujeto no le hizo caso y se fue, pasó por ahí otro hombre. Nuestro personaje le galanteó, el otro le contestó de forma grosera. Ramírez caminó hasta la calle García, estaba realmente cansado y muy impaciente. Allí vio a un muchacho de unos 14 años, éste le agradó e intentó seducirlo. El adolescente llamó a su padre. Éste salió, resultó ser el primer individuo, al que tocó. El padre agredió al ser patético Ramírez. Le propinó un puntapié en el estómago, continuó pateándolo hasta que quedó mal herido. Luego moriría en la comisaría.

Heidy Nájera

viernes, 20 de mayo de 2016

La muerte del ídolo oscuro

La muerte del ídolo oscuro



César Dávila Andrade autor del cuento “la muerte del ídolo oscuro”, plasma una realidad de la época probablemente Aguedita es inyectada de vida, luz, alegría, resplandor a causa de aquél ídolo no humano; mientras que en los peones genera oscuridad, agotamiento y hasta la muerte, pero este ídolo que trasciende en el tiempo y que aparenta fortaleza, en un momento inesperado termina su misión en el momento cumbre de esperanza e ilusión, causando incertidumbre, vulnerabilidad en la niña ya convertida en mujer quien a partir de esta circunstancia tendrá que aprender a vivir sin él o encontrar un nuevo ídolo para darle sentido a su existencia, sin embargo los peones continuarán su ritmo de vida sin cambios, realidad de la diferencia de clases sociales que el planeta ha impuesto a la humanidad.


Ana Lucía Mosquera Sotomayor